lunes, 30 de octubre de 2017

Voces en mi cabeza!
Me estoy volviendo loco
¿Me estaré volviendo loca?

Todos nos hacemos alguna vez esas preguntas.
Las voces y conversaciones internas han sido asociadas tradicionalmente con los desórdenes mentales y, en concreto, con los trastornos del espectro esquizofrénico, enfermedades psiquiátricas de las que aún sabemos poco, o casi nada. Y eso es lo que llevó al psicólogo Charles Fernyhough a interesarse por la multiplicidad de formas en las que nos comunicamos con nosotros mismos.


De esa investigación nace el libro The Voices Within: The History and Science of How We Talk to Ourselves, una cuidada reflexión con la que trata de derribar el estigma que pesa sobre aquellas personas que "oyen voces".
Porque callar al cerebro es muy complicado
Todos tenemos algo, que el autor define como “habla interna”, que hace que nuestro cerebro nunca se quede en silencio. Es esa vocecita que te dice que llegas tarde o la que te anima ante un reto complicado. “Venga, va. Tú puedes”, grita tu habla interna mientras subes la montaña. “Pero qué haces loca. ¡Por ahí no!”, parece que te advierte tu voz interior cuando quieres cruzar por un sitio peligroso.
Este monólogo interior se compone a su vez de dos tipos de conversación. Por un lado, aquellas frases rápidas como flashes de luz que pasan por tu cerebro casi automáticamente, se conocen como 'pensamiento verbal ordinario'. Por otro, un tipo de conversación más lenta y reposada que se conoce como 'pensamiento dialogado'.
Tú debatiendo contigo mismo. Tú sopesando pros y contras. Tú analizando un contexto desde diferentes ángulos o flagelándote a dos voces por lo que no te atreviste a hacer. Este tipo de habla dialogada suele adoptar la forma de una conversación entre más de un punto de vista interno. Como si nuestro cerebro estuviera indeciso y se autopreguntara. “El agua está fría. Pero hace calor. Pero tampoco tanto. Un poco sí. Venga, ¿me baño o no?”, dice nuestro pensamiento dialogado. Y al final te bañas.
Todos tenemos algo, que el autor define como “habla interna”, que hace que nuestro cerebro nunca se quede en silencio
Según el psicólogo ruso Lev Vygotsky, este pensamiento dialogado es, básicamente, la internalización del hábito del niño pequeño de pensar en voz alta.  
Todos hemos disfrutado —o sufrido— alguna vez los pensamientos en alto de un crío: “Voy a coger el osito de peluche y luego nos vamos a ir todos juntos al parque. ¿A qué sí, osito?”, grita como un poseso tu sobrino. Pues bien, cuando nos hacemos adultos tendemos a repetir ese comportamiento pero solo dentro de nuestro cerebro. Y menos mal.
Imagina un vagón de metro o una oficina llena de gente que compartiera en voz alta y a cada minuto sus pensamientos sobre absolutamente todo.
¿Pero la voz interna nunca se calla?
Fernyhough explica que escuchamos esas voces interiores al menos durante un cuarto de nuestro estado de vigilia, y quizás un poco más. El autor cree que esta voz es buena, incluso terapéutica. Es lo que conocemos como autosugestión, el uso del habla interna para llegar a una acción determinada.
De esto habló en el pasado el psicólogo y farmacéutico Émile Coué, que popularizó la “cura” de la autosugestión. Coué se decía todos los días: “Todos los días, en todos los sentidos, estoy cada vez mejor y mejor”. Puede sonar a palabrería sin más, pero la autosugestión funciona.
Fernyhough le preguntó a 1.500 personas si escuchaban las voces de los personajes de ficción en sus cabezas, y el 80% dijo que sí
Además de psicólogo, Fernyhough también es novelista, por lo que en su libro también se detalla otro fenómeno del habla interna muy curioso. Ese según el cual escuchamos a los personajes de los libros.
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