Voces
en mi cabeza!
Me
estoy volviendo loco
¿Me estaré volviendo loca?
Todos
nos hacemos alguna vez esas preguntas.
Las
voces y conversaciones internas han sido asociadas tradicionalmente con los
desórdenes mentales y, en concreto, con los trastornos del espectro
esquizofrénico, enfermedades psiquiátricas de las que aún sabemos poco, o
casi nada. Y eso es lo que llevó al psicólogo Charles Fernyhough a interesarse
por la multiplicidad de formas en las que nos comunicamos con nosotros
mismos.
De
esa investigación nace el libro The Voices Within: The History and Science
of How We Talk to Ourselves, una cuidada reflexión con la que trata de
derribar el estigma que pesa sobre aquellas personas que "oyen voces".
Porque
callar al cerebro es muy complicado
Todos
tenemos algo, que el autor define como “habla interna”, que hace que nuestro
cerebro nunca se quede en silencio. Es esa vocecita que te dice que llegas
tarde o la que te anima ante un reto complicado. “Venga, va. Tú puedes”, grita
tu habla interna mientras subes la montaña. “Pero qué haces loca. ¡Por ahí
no!”, parece que te advierte tu voz interior cuando quieres cruzar por un sitio
peligroso.
Este
monólogo interior se compone a su vez de dos tipos de conversación. Por un
lado, aquellas frases rápidas como flashes de luz que pasan por tu cerebro
casi automáticamente, se conocen como 'pensamiento verbal ordinario'. Por
otro, un tipo de conversación más lenta y reposada que se conoce como 'pensamiento
dialogado'.
Tú
debatiendo contigo mismo. Tú sopesando pros y contras. Tú analizando un
contexto desde diferentes ángulos o flagelándote a dos voces por lo que no te
atreviste a hacer. Este tipo de habla dialogada suele adoptar la forma de una
conversación entre más de un punto de vista interno. Como si nuestro cerebro
estuviera indeciso y se autopreguntara. “El agua está fría. Pero hace
calor. Pero tampoco tanto. Un poco sí. Venga, ¿me baño o no?”, dice nuestro
pensamiento dialogado. Y al final te bañas.
Todos
tenemos algo, que el autor define como “habla interna”, que hace que nuestro
cerebro nunca se quede en silencio
Según
el psicólogo ruso Lev Vygotsky, este pensamiento dialogado es,
básicamente, la internalización del hábito del niño pequeño de pensar en voz
alta.
Todos
hemos disfrutado —o sufrido— alguna vez los pensamientos en alto de un crío:
“Voy a coger el osito de peluche y luego nos vamos a ir todos juntos al parque.
¿A qué sí, osito?”, grita como un poseso tu sobrino. Pues bien, cuando nos
hacemos adultos tendemos a repetir ese comportamiento pero solo dentro de
nuestro cerebro. Y menos mal.
Imagina
un vagón de metro o una oficina llena de gente que compartiera en voz alta y a
cada minuto sus pensamientos sobre absolutamente todo.
¿Pero
la voz interna nunca se calla?
Fernyhough explica que escuchamos esas voces
interiores al menos durante un cuarto de nuestro estado de vigilia, y quizás un
poco más. El autor cree que esta voz es buena, incluso terapéutica. Es
lo que conocemos como autosugestión, el uso del habla interna para llegar a una
acción determinada.
De esto habló en el pasado el psicólogo y
farmacéutico Émile Coué, que popularizó la “cura” de la autosugestión. Coué se
decía todos los días: “Todos los días, en todos los sentidos, estoy cada vez
mejor y mejor”. Puede sonar a palabrería sin más, pero la autosugestión
funciona.
Fernyhough
le preguntó a 1.500 personas si escuchaban las voces de los personajes de
ficción en sus cabezas, y el 80% dijo que sí
Además de psicólogo, Fernyhough también es
novelista, por lo que en su libro también se detalla otro fenómeno del habla
interna muy curioso. Ese según el cual escuchamos a los personajes de los
libros.
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